Esta obra es un óleo sobre tabla atribuido al Maestro de la Vida de san José, pintor poco conocido y activo en los últimos años del siglo XV e inicios del XVI. Fue pintado entre 1500 y 1510.
UN RETRATO OFICIAL
Con expresión grave y solemne, este retrato de medio cuerpo de la reina Juana I se ha considerado como una obra realizada tras el fallecimiento de su madre, Isabel la Católica, como modelo de imagen oficial.
Es el único retrato que poseía la reina al retirarse a Tordesillas en 1509, lo que es conocido por el inventario de su colección realizado en ese momento bajo orden de Fernando el Católico con el fin de evitar el expolio por parte de los cortesanos, que ya había comenzado con la muerte de Felipe el Hermoso. Esos robos previos no fueron la causa de la ausencia de representaciones, ya que estaban centrados en los tapices y la orfebrería, al mantenerse aún la concepción del arte medieval como un trabajo manual en vez de una labor intelectual, valorándose más los materiales ricos que la imaginación y la creatividad.
UNA OBRA EXCEPCIONAL
La reina nunca ostentó un gran interés en la promoción pictórica, al contrario que Isabel la Católica que poseía una amplia colección de pinturas, entre las que se encontraban algunos retratos de Juana que no se conservan. Desde su ascenso al trono solo fue retratada fuera de España, ya que al ser apartada del poder se buscaba que sus súbditos olvidaran su existencia, por lo que esta obra pertenece a un conjunto muy raro y escaso.
EL NEGOCIO DE LOS RETRATOS
El retrato en el tránsito de la Edad Media al Renacimiento en España aún no era frecuente. Estos encargos fueron inaugurados por los Reyes Católicos, a imitación de otras cortes europeas, para utilizarlos en las negociaciones matrimoniales compartiendo entre ambas familias reales el aspecto físico de los prometidos antes de su casamiento. Como no había retratistas en España por la ausencia de demanda, se comenzaron a encargar a pintores flamencos que se trasladaron a España para trabajar, ya que en aquella zona se había instaurado una fuerte tradición retratística a lo largo del siglo XV.
La aparición del retrato en esta comarca se debe al redescubrimiento del individuo que aconteció a finales de la Edad Media. Como su actividad económica era principalmente comercial, el protagonismo social lo ostentaba la burguesía, que al contrario que la nobleza no podía basar su prestigio en su linaje y las hazañas de sus antepasados ya que su poder provenía de su propio oficio y era completamente individual. Ante la amenaza de caer en el olvido tras su muerte, estos personajes comenzaron a retratarse, primero como donantes de las obras religiosas que promovían para finalmente constituir un género propio.
Además de satisfacer ese afán de trascendencia y facilitar las relaciones diplomáticas, los retratos servían para otros fines políticos como difundir la imagen del nuevo monarca entre sus súbditos y representar simbólicamente el poder en las provincias. Pocas veces eran expuestos permanentemente, sino que se solían guardar ocultos.
INFLUENCIAS FLAMENCAS
El estilo que predominó en la pintura española de la primera mitad del siglo XVI, especialmente en los retratos, fue el gusto hispanoflamenco y no solo por la vinculación dinástica entre ambas potencias que iniciaron Juana I y Felipe I, si no también porque al usar estos pintores el óleo, eran capaces de captar un enorme realismo de los rostros y un minucioso detallismo de los ropajes, lo que aseguraba el reconocimiento del personaje y la sensación de lujo en un momento en el que las cortes se estaban volviendo completamente exuberantes. Aunque primero se realizaban de perfil para imitar los de las medallas, pronto se comenzaron a disponer de tres cuartos para fingir una sensación espacial que se acercara más a la percepción humana, pese a que el fondo acabó siendo oscuro para centrar toda la atención en el personaje.
REALISMO IDEALIZADO
Frente al simbolismo del mundo gótico centrado en lo ideal, en ese momento se comienza a apostar por la representación fidedigna del mundo material. Se habla de un Renacimiento flamenco por el cambio de paradigma que condicionó la individualización humana, convirtiéndose en protagonista de las artes frente a la creación divina general.
Todas las características del estilo se supeditaban a la funcionalidad de la obra, por lo que en España al ser retratos de personajes regios se abandonó ese realismo crudo frente a una cierta idealización para expresar su dignidad. Esto provocó que se acabaran creando prototipos repetidos, lo que explica la similitud entre este ejemplar y otros de Juana del Kunsthistoriches Museum de Viena y la Colección del Duque del Infantado, e incluso con otro de Margarita de Austria.
Maestro de la Vida de san José (atribuido a)
c. 1500-1510
Óleo sobre tabla
Museo Nacional de Escultura, Valladolid