UNA TRADICIÓN ANTIGUA
Los barcos litúrgicos se encuentran en diversas culturas como la mesopotámica, egipcia, persa, islámica, grecolatina, china, etc. En la liturgia bizantina se comenzó a utilizar para guardar el incienso que después era quemado en el incensario, pero hasta el siglo XIII su uso no se expandió por Europa Occidental.
No solo existen navetas litúrgicas, sino que también pueden funcionar como relicarios o exvotos. También se fabricaban navetas seculares de mesa que servían como salero, fuente de vino, o para guardar los cubiertos del monarca; y a partir del siglo XVII algunas incluso eran autómatas. Finalmente desde el siglo XVIII el uso civil sustituyó al litúrgico.
TODO UN SÍMBOLO RELIGIOSO
El barco es un símbolo de la Iglesia desde los propios Evangelios, al reunir a toda la tripulación y estar gobernado por una única persona. En su origen las navetas eran similares a embarcaciones esquemáticas, pero con el tiempo fueron ganando exhuberancia y complejidad, llegando a su auge en el Gótico con unas formas completamente ornamentales, aunque al mismo tiempo se alcanzó un gran realismo en el casco de la nave incluyendo la tablazón y clavos. Al Gótico final pertenecen la Naveta de los Condestables, que imita con bastante exactitud la tipología de una carraca, y la de Santa María del Campo, que simula una carabela. Pero desde finales del siglo XVI la decoración se volvió más fantasiosa perdiéndose el parecido con los modelos reales.
Frente a ese realismo, la platería gótica se decoraba con estructuras arquitectónicas que primero copiaban grabados nórdicos, pero llegaron a crear nuevos modelos que seguían el lenguaje y lógica constructivos con una gran verosimilitud, como si de una maqueta se tratase. En raras ocasiones como la pieza de los Condestables, se completaban con pasajes bíblicos como en este caso el Pecado Original.
UN CENTRO PLATERO DE PRIMER ORDEN
Burgos ostentó la primacía como principal centro platero castellano desde el reinado de los Reyes Católicos hasta el segundo tercio del siglo XVI por la antigüedad de su ceca y al instalarse la Casa de Contratación que constituía la entrada de las novedades flamencas e italianas. Pese a ello el Gótico pervivirá en su orfebrería hasta bien entrado el siglo XVI, aunque paulatinamente se fueran incluyendo detalles renacentistas, como las decoraciones vegetales ordenadas y simétricas de la naveta de Santa María del Campo. Pero el lenguaje clasicista solo aparecía en la decoración superficial, sin comprenderse aún sus fundamentos.
Tras la colonización americana comenzó a llegar al reino una enorme cantidad de materiales preciosos, por lo que para evitar el fraude se hizo necesario controlar el peso y la calidad del mental, lo que se aseguraba a la clientela al marcarse las piezas con el sello de la ciudad, del autor y del marcador que confirmaba su validez.
PEQUEÑO TESOROS
A finales de la Edad Media aún no existía un coleccionismo como tal, pero los nobles encargaban una gran cantidad de obras de orfebrería para donarlas a sus capillas en catedrales e iglesias, como los Condestables de Castilla para su capilla en la catedral de Burgos, o la familia Barahona para la parroquia de Santa María del Campo, promociones que se conocen al decorarse con su heráldica como en esta última.
Francisco de Soria
1530-1550
Plata
Parroquia de la Asunción, Santa María del Campo, Burgos