Cáliz del obispo Juan Rodríguez de Fonseca

LA EXCELENTE PLATERÍA CASTELLANA

La platería castellana tardogótica alcanzó una riqueza y complejidad excepcionales con una profusión de realistas decoraciones vegetales y arquitectónicas, que se combinan con figuras fundidas y esmaltes heráldicos. En este caso contrasta la sobriedad de la copa lisa, ya que es un añadido del siglo XVII tras perderse la original.

ARQUITECTURA Y ESCULTURA

Sigue el modelo vallisoletano de pie mixtilíneo y gran nudo arquitectónico, con decoración esmaltada; pero presenta particularidades como: las torrecillas del pie, y las figuras de cuerpo entero frente a los bustos, los gabletes de los vanos del nudo, y el uso del esmalte traslúcido.

Se completa con un medallón con el Crucificado, y figuras de la Virgen, San Juan, y la Magdalena que aluden al sacrificio de la Eucaristía; mientras que las de San Pedro y Santiago aluden al papado y a la Iglesia hispana como referencia a su promoción episcopal.

PROHIBIDO LO VULGAR

En los inicios del Gótico se hizo necesario el lujo de los objetos dedicados a la Eucaristía, aunque ya desde el siglo IX se había prohibido la realización de cálices en materiales pobres. Como estos son las piezas más importantes en la liturgia al albergar la sangre de Cristo, se conservaron muchos más frente a otros objetos litúrgicos que se fundieron o vendieron, como la desaparecida patena que lo acompañaba.

UN REGALO PARA APACIGUAR

La historiografía tradicional consideraba esta obra una donación realizada a principios del siglo XVI por el obispo palentino Juan Rodríguez de Fonseca a la colegiata de Valladolid, perteneciente aún a la diócesis de Palencia, con el objetivo de mejorar las tensas relaciones entre ambas instituciones. Esta práctica era común para el obispo, llevando a cabo una importante promoción artística con fines votivos.

La identificación del promotor se debía al escudo de los Fonseca del pie, y a la desconocida marca de platero que se asoció con un taller palentino. Pero por su estilo puramente gótico sin ninguna influencia italiana, más allá de la ordenada disposición simétrica de la ornamentación vegetal, consistiría en una obra arcaizante perteneciente a un periodo donde ya se estaba comenzando a asentar el Renacimiento en Castilla, resultando más probable que su fabricación fuera previa al gobierno de ese obispo.

LOS PLATEROS DE VALLADOLID

Aunque Palencia fuera la sede de la diócesis, Valladolid era una ciudad más grande y rica que funcionaba frecuentemente como corte temporal, por lo que acabó desarrollando un amplio gremio de plateros para satisfacer las demandas nobiliarias con unas obras de gran fastuosidad al igual que esta. La ciudad llegó a su auge como centro platero a finales del Gótico, constituyendo Palencia un núcleo secundario. Aunque tradicionalmente se explicara el carácter exuberante de este cáliz como si fuera obra de un artífice palentino de formación vallisoletana; recientemente se ha planteado que por lógica el autor de la pieza perteneciera al gremio vallisoletano.

OSTENTACIÓN

El arzobispo de Sevilla Alonso de Fonseca, que fue abad de la colegiata de Valladolid entre 1442 y 1445, ostentaba frecuentemente su riqueza mediante sus amplias donaciones de alhajas a instituciones que había regentado. En su testamento de 1470 dictó la entrega a la colegiata este cáliz con su patena, que habían servido para su uso personal hasta su muerte, proveyendo así de objetos litúrgicos a estos centros mientras mantenía viva su memoria.

La documentada donación del arzobispo en el último tercio del siglo XV demuestra como no se trata de una obra palentina arcaizante, sino de una pieza excepcional de la platería vallisoletana del último Gótico.

Taller palentino
1505-1515
31,5 x 21 cm
Plata dorada con aplicaciones de esmalte
S.I.M. Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, Valladolid